
ACELERAMIENTO MENTAL E HIPERACTIVIDAD

No es de extrañar que hoy en día estemos todos acelerados, muchos adultos, jóvenes y niños sufren de hiperactividad, aceleramiento mental, cansancio crónico, muchos pensamientos.
Esto de tener “la mente a mil”, se debe al abuso que nosotros hacemos de la energía de nuestro cuerpo.
El cuerpo humano está conformado por cinco centros (Intelectual, Emocional, Motor, Instintivo y Sexual); los que se agrupan en tres cerebros: Mente, Corazón y Sexo; pensar, sentir y actuar. El cerebro sexual contiene los centros motor, instintivo y sexual.
Al nacer, cada centro trae un determinado capital energético en cada cerebro, según las características físicas, psíquicas y espirituales de cada persona.
Al abusar de la energía de estos centros, se produce un deterioro del mismo; la destrucción del cerebro que hemos abusado. Uno muere por partes.
El abuso del centro intelectual trae como consecuencia la destrucción de éste y, por lo tanto, la locura, demencia, esquizofrenia.
El abuso del centro emocional trae la violencia, la insensibilidad, el desamor, la dependencia, la angustia.
El abuso del centro motor ocasiona parálisis, invalidez, discapacidad, hemiplejia, paraplejia.
El abuso del centro instintivo causa nerviosismo, arritmias, estreñimientos, alergias.
El abuso del centro sexual ocasiona impotencia, frigidez, degeneración.
Todo abuso de un Cerebro se hace a expensas del atrofiamiento de otro.
Actualmente uno de nuestros mayores desequilibrios está en la mente; pensamos mucho, razonamos mucho, abusamos mucho de la mente con los estudios, hay mucho “rollo mental”.
Cuando abusamos de la mente (ideas, proyectos, pensamientos), se agota la energía del intelecto y para continuar funcionando, roba energía al centro sexual, produciéndose un aceleramiento mental y un debilitamiento sexual.
Como la energía sexual es más rápida que la energía intelectual, la mente se acelera, como quien le pusiera bencina de avión a un vehículo pequeño, andaría muy veloz, pero se fundiría a corto plazo.
El ego es el que roba la energía para su satisfacción, ya que al ego le encanta pensar y es un experto ladrón.
Ese es el mayor problema, hay un desorden de energías dentro del cuerpo físico, hay abusos en todos sus centros y nuestro trabajo es lograr el equilibrio, para que cada uno trabaje con su propia energía.
Al trabajar con la muerte del ego, cada cerebro comienza a trabajar con su propia energía.
Otro de los motivos del aceleramiento, es el abuso de la televisión y videojuegos. El ritmo de imágenes, formas y colores de la televisión, es muy acelerada. Se pasa de una imagen a otra, de un escenario a otro, todo es muy rápido, con lo cual la mente queda funcionando a ese nivel de velocidad.
La vida natural tiene otros ritmos, el volar del pájaro, el viento, las nubes, los árboles, se mueven a velocidades normales, eso es un alimento para uno; pero, lamentablemente, a pocos les gusta caminar por un parque, apreciar la naturaleza. Es más fácil apretar un botón y llevar la naturaleza a la “pantalla chica”.
Peor aún si preferimos las películas violentas, de guerra, asesinatos. Con todo esto, además de desequilibrar la energía, alimentamos terriblemente al ego.
Hay personas que les cuesta dormir, que no concilian el sueño por su mente tan acelerada, sin embargo, ven televisión antes de dormir, con lo cual en vez de calmar la mente, la aceleran más.
También está la mala costumbre de hacer varias cosas al mismo tiempo, con lo cual acostumbramos a la mente a estar “muy ocupada”, pero luego cuando queremos que se calme, no la podemos parar. Es bueno aprender a hacer una actividad por vez, con eso vamos disciplinando la mente para que no “dispare para todos lados”.
El mal llamado déficit atencional (falta de concentración) es producto del desorden energético y del aceleramiento mental. Si queremos ayudar a alguien con este problema, debemos enseñarle la doctrina del ego y orientarlo como debe eliminarlo. Con esto, su energía comenzará a equilibrarse, su mente se calmará, será más consciente de sus movimientos y emociones.
Debemos aprender a que nuestros movimientos deben ser más lentos, conscientes en cada momento de ellos. “Apúrate despacio.”
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