
Callar y Hablar
Callar sobre unos mismo es humildad, callar sobre los defectos de otros es caridad. Callar cuando se está sufriendo es heroísmo. Callar cuando otro habla es delicadeza. Callar cuando no hay necesidad de hablar es prudencia. Callar cuando Dios nos habla al corazón es silencio. Callar ante el sufrimiento ajeno es cobardía. Callar ante la injusticia es flaqueza. Hablar de uno mismo es vanidad. Hablar debiendo callar es necedad; pero hablar oportunamente es acierto. Hablar ante una injusticia es valentía. Hablar con sinceridad es rectitud. Hablar para rectificar es un deber. Aprendamos antes a callar, para poder hablar con acierto y tino, porque si la palabra es plata, el silencio es oro.
Oswaldo A. Altamirano
Reflexionar sobre las palabras de Altamirano nos puede permitir la claridad interior de la que tanto carecemos.
No sabemos lo que es la verdadera humildad, se nos enseñado que es una característica de las personas nobles y nos gusta ser vistos de tal manera, pero muchas veces esa humildad funciona como una fachada, los buenos modales y el aparentar ser buenas personas, por esto fracasamos en el intento de lo que queremos parecer, porque no somos verdaderamente humildes, no es una virtud en nosotros la cual se expresa sin razonamientos, no existe una verdadera empatía por el otro, no queremos ser iguales a los demás, siempre retumban los preconceptos en la mente, el sexo, la raza, la cultura, el “yo” me siento superior o el “yo” me siento inferior. No se es humilde por no tener cosas materiales, porque siendo así, “yo” podría sentir que quiero ser admirado así como aquellos a los que admiro porque “no son humildes”, entonces tampoco sería humilde a pesar de parecerlo por las condiciones socioeconómicas.
Al continuar con ese “yo debo aparentar” no permitimos la virtud en nuestro interior, así en ese esfuerzo ni siquiera hay un ápice de autobservación. No conocemos la delicadeza ni la prudencia, no valoramos ni los actos ni las palabras que son parte de lo que creamos; alardeamos, hablamos de demás, criticamos y calumniamos, sin la más mínima prudencia emitimos juicios basados en nuestros pareceres.
Ya mencionamos la autobservación, este es un sentido que nos permite ver y comprender para cambiar lo que llevamos dentro de si mismos, este se encuentra atrofiado; hagamos la prueba, alguna vez te has sido responsable por tu sufrimiento o dificultades? Algunas vez has intentado cambiar algo de tu interior porque sabes que te conduce al error?, si la respuesta es no, es una muestra de esa falta de autobservación, pero reconocerlo es un buen inicio hacia el despertar.
La falta de autobservación también nos conduce a la negligencia consigo mismo, nos mantiene en la fascinación y en la terrible desconexión de ese Dios interior que todos llevamos dentro, a aquel que no sabemos escuchar por la falta de silencio interior. La mente permanece ocupada, recordando, proyectando, planeado y emitiendo juicios de todo tipo, entonces para oír a ese Dios o conciencia, es necesario un verdadero silencio, porque tampoco es cuestión de aparentar el silencio; primero este se pierde, luego se reconoce, para posteriormente buscarlo y lograrlo.
Esta misma negligencia nos lleva a creer que nos amamos a si mismos, cada vez que caemos en el hipnotismo y la fascinación del placer exterior, mientras que se persigue ese anhelado bienestar, sin embargo lo que realmente hacemos es autodestruirnos, hacer que la conciencia se atrape, pudiendo hacer una verdadera obra de amor por nuestro espíritu, el cual aviva nuestra materia, ese es el objetivo de conocer nuestro mundo interior, encontrar quienes somos realmente para transformar las causas del error en verdadera virtud, y así poder ser.