Conferencia 31 Criaturas Mecánicas

21 de septiembre 2021

Conferencia 31 Criaturas Mecánicas

De ninguna manera podríamos negar la Ley de Recurrencia procesándose en cada momento de nuestra vida.

Ciertamente en cada día de nuestra existencia, existe repetición de eventos, estados de conciencia, palabra, deseos, pensamientos, voliciones, etc.

Es obvio que cuando uno no se auto-observa, no puede darse cuenta de esta incesante repetición diaria.

Resulta evidente que quien no siente interés alguno por observarse a sí mismo, tampoco desea trabajar para lograr una verdadera transformación radical.

Para colmo de los colmos hay gentes que quieren transformarse sin trabajar sobre sí mismos.

No negamos el hecho de que cada cual tiene derecho a la real felicidad del espíritu, más también es cierto, que tal felicidad sería algo más que imposible si no trabajamos sobre sí mismos.

Uno puede cambiar íntimamente, cuando de verdad consigue modificar sus reacciones ante los diversos hechos que le sobrevienen diariamente.

Empero no podríamos modificar nuestra forma de reaccionar ante los hechos de la vida práctica, si no trabajáramos seriamente sobre sí mismos.

Necesitamos cambiar nuestra manera de pensar, ser menos negligentes, volvernos más serios y tomar la vida en forma diferente, en su sentido real y práctico.

Empero, si continuamos así tal como estamos, comportándonos en la misma forma todos los días, repitiendo los mismos errores, con la misma negligencia de siempre, cualquier posibilidad de cambio quedará de hecho eliminada.

Si uno de verdad quiere llegar a conocerse a sí mismo, debe empezar por observar su propia conducta, ante los sucesos de cualquier día de la vida.

No queremos decir con esto que no deba uno observarse a sí mismo diariamente, sólo queremos afirmar que se debe empezar por observar un primer día.

En todo debe haber un comienzo, y empezar por observar nuestra conducta en cualquier día de nuestra vida, es un buen comienzo.

Observar nuestras reacciones mecánicas ante todos esos pequeños detalles de alcoba, hogar, comedor, casa, calle, trabajo, etc., etc., etc., lo que uno dice, siente y piensa, es ciertamente lo más indicado.

Lo importante es ver luego como o de que manera puede uno cambiar esas reacciones; empero, si creemos que somos buenas personas, que nunca nos comportamos en forma inconsciente y equivocada, nunca cambiaremos.

Ante todo necesitamos comprender que somos personas-máquinas, simples marionetas controladas por agentes secretos, por Yoes ocultos.

Dentro de nuestra persona viven muchas personas, nunca somos idénticos; a veces se manifiesta en nosotros una persona mezquina, otras veces una persona irritable, en cualquier otro instante una persona espléndida, benevolente, más tarde una persona escandalosa o calumniadora, después un santo, luego un embustero, etc.

Tenemos gente de toda clase dentro de cada uno de nosotros, Yoes de toda especie. Nuestra personalidad no es más que una marioneta, un muñeco parlante, algo mecánico.

Empecemos por comportarnos conscientemente durante una pequeña parte del día; necesitamos dejar de ser simples máquinas aunque sea durante unos breves minutos diarios, esto influirá decisivamente sobre nuestra existencia.

Cuando nos Auto-Observamos y no hacemos lo que tal o cual Yo quiere, es claro que empezamos a dejar de ser máquinas.

Un sólo momento en que se esté bastante consciente, como para dejar de ser máquina, si se hace voluntariamente, suele modificar radicalmente muchas circunstancias desagradables.

Desgraciadamente vivimos diariamente una vida mecanicista, rutinaria, absurda. Repetimos sucesos, nuestros hábitos son los mismos, nunca hemos querido modificarlos, son el carril mecánico por donde circula el tren de nuestra miserable existencia; empero, pensamos de nosotros lo mejor…

Por donde quiera abundan los “MITÓMANOS”, los que se creen Dioses; criaturas mecánicas, rutinarias, personajes del lodo de la tierra, míseros muñecos movidos por diversos Yoes; gentes así no trabajarán sobre sí mismos…

Fin Conferencia 31

Siguientes Conferencias

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21 de septiembre 2021

Conferencia 32 El Cambio Radical

De ninguna manera podríamos negar la Ley de Recurrencia procesándose en cada momento de nuestra vida. Ciertamente en cada día de nuestra existencia, existe repetición de eventos, estados de conciencia, palabra, deseos, pensamientos, voliciones, etc. Es obvio que cuando uno no se auto-observa, no puede darse cuenta de esta incesante repetición diaria. Resulta evidente que quien no siente interés alguno por observarse a sí mismo, tampoco desea trabajar para lograr una verdadera transformación radical. Para colmo de los colmos hay gentes que quieren transformarse sin trabajar sobre sí mismos. No negamos el hecho de que cada cual tiene derecho a la real felicidad del espíritu, más también es cierto, que tal felicidad sería algo más que imposible si no trabajamos sobre sí mismos. Uno puede cambiar íntimamente, cuando de verdad consigue modificar sus reacciones ante los diversos hechos que le sobrevienen diariamente. Empero no podríamos modificar nuestra forma de reaccionar ante los hechos de la vida práctica, si no trabajáramos seriamente sobre sí mismos. Necesitamos cambiar nuestra manera de pensar, ser menos negligentes, volvernos más serios y tomar la vida en forma diferente, en su sentido real y práctico. Empero, si continuamos así tal como estamos, comportándonos en la misma forma todos los días, repitiendo los mismos errores, con la misma negligencia de siempre, cualquier posibilidad de cambio quedará de hecho eliminada. Si uno de verdad quiere llegar a conocerse a sí mismo, debe empezar por observar su propia conducta, ante los sucesos de cualquier día de la vida. No queremos decir con esto que no deba uno observarse a sí mismo diariamente, sólo queremos afirmar que se debe empezar por observar un primer día. En todo debe haber un comienzo, y empezar por observar nuestra conducta en cualquier día de nuestra vida, es un buen comienzo. Observar nuestras reacciones mecánicas ante todos esos pequeños detalles de alcoba, hogar, comedor, casa, calle, trabajo, etc., etc., etc., lo que uno dice, siente y piensa, es ciertamente lo más indicado. Lo importante es ver luego como o de que manera puede uno cambiar esas reacciones; empero, si creemos que somos buenas personas, que nunca nos comportamos en forma inconsciente y equivocada, nunca cambiaremos. Ante todo necesitamos comprender que somos personas-máquinas, simples marionetas controladas por agentes secretos, por Yoes ocultos. Dentro de nuestra persona viven muchas personas, nunca somos idénticos; a veces se manifiesta en nosotros una persona mezquina, otras veces una persona irritable, en cualquier otro instante una persona espléndida, benevolente, más tarde una persona escandalosa o calumniadora, después un santo, luego un embustero, etc. Tenemos gente de toda clase dentro de cada uno de nosotros, Yoes de toda especie. Nuestra personalidad no es más que una marioneta, un muñeco parlante, algo mecánico. Empecemos por comportarnos conscientemente durante una pequeña parte del día; necesitamos dejar de ser simples máquinas aunque sea durante unos breves minutos diarios, esto influirá decisivamente sobre nuestra existencia. Cuando nos Auto-Observamos y no hacemos lo que tal o cual Yo quiere, es claro que empezamos a dejar de ser máquinas. Un sólo momento en que se esté bastante consciente, como para dejar de ser máquina, si se hace voluntariamente, suele modificar radicalmente muchas circunstancias desagradables. Desgraciadamente vivimos diariamente una vida mecanicista, rutinaria, absurda. Repetimos sucesos, nuestros hábitos son los mismos, nunca hemos querido modificarlos, son el carril mecánico por donde circula el tren de nuestra miserable existencia; empero, pensamos de nosotros lo mejor… Por donde quiera abundan los “MITÓMANOS”, los que se creen Dioses; criaturas mecánicas, rutinarias, personajes del lodo de la tierra, míseros muñecos movidos por diversos Yoes; gentes así no trabajarán sobre sí mismos… Fin Conferencia 31 En tanto un hombre prosiga con el error de creerse a sí mismo Uno, Único, Individual, es evidente que el cambio radical será algo más que imposible. El hecho mismo de que el Trabajo Esotérico comience con la rigurosa observación de sí mismo, nos está indicando una multiplicidad de factores Psicológicos, Yoes o elementos indeseables que es urgente extirpar, erradicar de nuestro interior. Incuestionablemente en modo alguno sería posible eliminar errores desconocidos, urge observar previamente aquello que queremos separar de nuestra Psiquis. Este tipo de Trabajo no es externo sino interno y quienes piensen que cualquier manual de urbanidad o sistema ético externo y superficial les pueda llevar al éxito, estarán de hecho totalmente equivocados. El hecho concreto y definitivo de que el Trabajo íntimo empiece con la atención concentrada en la observación plena de sí mismo, es motivo más que suficiente como para demostrar que esto exige un esfuerzo personal muy particular de cada uno de nosotros. Hablando francamente y sin ambages, aseveramos en forma enfática lo siguiente: Ningún ser humano podría hacer este Trabajo por nosotros. No es posible cambio alguno en nuestra Psiquis, sin la observación directa de todo ese conjunto de factores subjetivos que llevamos dentro. Dar por aceptado la multiplicidad de errores, descartando la necesidad de estudio y observación directa de los mismos, significa de hecho una evasiva o escapatoria, una huida de sí mismo, una forma de auto-engaño. Sólo a través del esfuerzo riguroso de la observación juiciosa de sí mismo, sin escapatorias de ninguna especie, podremos evidenciar realmente que no somos “Uno” sino “Muchos”. Admitir la pluralidad del YO y evidenciarla a través de la observación rigurosa, son dos aspectos diferentes. Alguien puede aceptar la Doctrina de los muchos Yoes, sin haberlo jamás evidenciado; esto último sólo es posible auto-observándose cuidadosamente. Rehuir el Trabajo de observación íntima, buscar evasivas, es signo inconfundible de degeneración. Mientras un hombre sustente la ilusión de que es siempre una y la misma persona, no puede cambiar, y es obvio que la finalidad de este Trabajo es precisamente lograr un cambio gradual en nuestra vida interior. La transformación radical es una posibilidad definida que normalmente se pierde cuando no se trabaja sobre sí mismo. El punto inicial del cambio radical permanece oculto mientras el hombre continúe creyéndose Uno. Quienes rechazan la Doctrina de los muchos Yoes, demuestran claramente que jamás se han auto-observado seriamente. La severa observación de sí mismo sin escapatorias de ninguna especie, nos permite verificar por sí mismos el crudo realismo de que no somos “Uno” sino “Muchos”. En el mundo de las opiniones subjetivas, diversas teorías seudo-esotéricas o seudo-ocultistas, sirven siempre de callejón para huir de sí mismos… Incuestionablemente la ilusión de que se es siempre una y la misma persona, sirve de escollo para la auto-observación… Alguien podría decir: “Sé que no soy Uno sino Muchos, la Gnosis me lo ha enseñado”. Tal afirmación aunque fuese muy sincera si no existiese plena experiencia vivida sobre ese aspecto doctrinario, obviamente tal afirmación sería algo meramente externo y superficial. Evidenciar, experimentar y comprender es lo fundamental, sólo así es posible trabajar conscientemente para lograr un cambio radical. Afirmar es una cosa y comprender es otra. Cuando alguien dice: “Comprendo que no soy Uno sino Muchos”, si su comprensión es verdadera y no mera palabrería insustancial de charla ambigua, esto indica, señala, acusa, plena verificación de la Doctrina de los Muchos Yoes. Conocimiento y Comprensión son diferentes. El primero de estos es de la mente, el segundo del corazón. El mero conocimiento de la Doctrina de los Muchos Yoes de nada sirve; desafortunadamente por estos tiempos en que vivimos, el conocimiento ha ido mucho más allá de la comprensión, porque el pobre animal intelectual equivocadamente llamado hombre, desenvolvió exclusivamente el lado del conocimiento olvidando lamentablemente el correspondiente lado del Ser. Conocer la Doctrina de los Muchos Yoes y comprenderla, es fundamental para todo cambio radical verdadero. Cuando un hombre comienza a observarse detenidamente a sí mismo, desde el ángulo de que no es Uno sino Muchos, obviamente ha iniciado él Trabajo serio sobre su naturaleza interior. Sólo a través de la auto-observación podremos evidenciar que no somos “Uno” sino “Muchos”   Fin Conferencia 32

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21 de septiembre 2021

Conferencia 30 Método para despertar la Conciencia. Las dos conciencias: Objetiva y Subjetiva

Se nos ha dicho muy sabiamente que tenemos noventa y siete por ciento de Subconciencia y tres por ciento de Conciencia. Hablando francamente y sin ambages, diremos que el noventa y siete por ciento de la Esencia que en nuestro interior llevamos, se encuentra embotellada, embutida, metida, dentro de cada uno de los Yoes que en su conjunto constituyen el “Mí Mismo”. Obviamente la Esencia o Conciencia enfrascada entre cada Yo, se procesa en virtud de su propio condicionamiento. Cualquier Yo desintegrado libera determinado porcentaje de Conciencia, la emancipación o liberación de la Esencia o Conciencia, sería imposible sin la desintegración de cada Yo. A mayor cantidad de Yoes desintegrados, mayor Auto-Conciencia. A menor cantidad de Yoes desintegrados, menor porcentaje de Conciencia despierta. El despertar de la Conciencia sólo es posible disolviendo el YO, muriendo en sí mismo, aquí y ahora. Incuestionablemente mientras la Esencia o Conciencia esté embutida entre cada uno de los Yoes que cargamos en nuestro interior, se encuentra dormida, en estado subconsciente. Es urgente transformar al subconsciente en consciente y esto sólo es posible aniquilando los Yoes; muriendo en sí mismos. No es posible despertar sin haber muerto previamente en sí mismos. Quienes intentan despertar primero para luego morir, no poseen experiencia real de lo que afirman, marchan resueltamente por el camino del error. Los niños recién nacidos son maravillosos, gozan de plena auto-conciencia; se encuentran totalmente despiertos. Dentro del cuerpo del niño recién nacido se encuentra reincorporada la Esencia y eso da a la criatura su belleza. No querernos decir que el ciento por ciento de la Esencia o Conciencia esté reincorporada en el recién nacido, pero si el tres por ciento libre que normalmente no está enfrascado entre los Yoes. Sin embargo, ese porcentaje de Esencia libre reincorporado entre el organismo de los niños recién nacidos, les da plena auto-conciencia, lucidez, etc. Los adultos ven al recién nacido con piedad, piensan que la criatura se encuentra inconsciente, pero se equivocan lamentablemente. El recién nacido ve al adulto tal como en realidad es: inconsciente, cruel, perverso, etc. Los Yoes del recién nacido van y vienen, dan vueltas alrededor de la cuna, quisieran meterse entre el nuevo cuerpo, pero debido a que el recién nacido aún no ha fabricado la personalidad, todo intento de los Yoes para entrar en el nuevo cuerpo, resulta algo más que imposible. A veces las criaturas se espantan al ver a esos fantasmas o Yoes que se acercan a su cuna y entonces gritan, lloran, pero los adultos no entienden esto y suponen que el niño está enfermo o que tiene hambre o sed; tal es la inconsciencia de los adultos. A medida que la nueva personalidad se va formando, los Yoes que vienen de existencias anteriores, van penetrando poco a poco en el nuevo cuerpo. Cuando ya la totalidad de los Yoes se ha reincorporado, aparecemos en el mundo con esa horrible fealdad interior que nos caracteriza; entonces andamos como sonámbulos por todas partes; siempre inconscientes, siempre perversos. Cuando morimos, tres cosas van al sepulcro: 1) El cuerpo físico. 2) El fondo vital orgánico. 3) La personalidad. El fondo vital, cual fantasma se va desintegrando poco a poco, frente a la fosa sepulcral a medida que el cuerpo físico se va también desintegrando. La personalidad es subconsciente o infraconsciente, entra y sale del sepulcro cada vez que quiere, se alegra cuando los dolientes le llevan flores, ama a sus familiares y se va disolviendo muy lentamente hasta convertirse en polvareda cósmica. Eso que continúa más allá del sepulcro es el Ego, el YO pluralizado, el mí mismo, un montón de diablos dentro de los cuales se encuentra enfrascada la Esencia, la Conciencia, que a su tiempo y a su hora retorna, se reincorpora. Resulta lamentable que al fabricarse la nueva personalidad del niño, se reincorporen también los Yoes. Lo anterior nos permite observar que debemos hacer dos trabajos diferentes: 1- Despertar el 3% de Conciencia Objetiva:   Esta parte de nuestro ser, el 3%, conoce el camino que deberá desandar. Para despertarlo debemos: Iniciar el trabajo con los Tres Factores para la Revolución de la Conciencia. Transferir el Centro de Gravedad, que actualmente se encuentra en la personalidad, nuevamente a la Conciencia. Salir de la fascinación en la que nos puso nuestra personalidad con las cosas del mundo.   2- Liberar y despertar el 97% de Subconciencia: Implica morir en sí mismo, siguiendo estos pasos: 1. Auto-Observación, para poder descubrir los diferentes defectos que se manifiestan. 2. Enjuiciamiento. Cada defecto descubierto debe ser juzgado hasta ser comprendido plenamente, mediante la reflexión y la meditación. 3. Eliminación. Suplicándole a nuestra Madre Divina particular.   Fin Conferencia 30

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